He conocido a mucha gente diferente, todos y cada uno de nosotros estamos en la búsqueda eterna de ese concepto que deseamos sentir el mayor tiempo posible, aquél concepto denominado felicidad.
La felicidad es la definición de sentirse satisfecho, a gusto, contento, con algo que nos ocurre o que nos hace gozar y sentir bien.
Cuando no obtenemos aquello que nos hace sentir bien, muchos de nosotros nos venimos abajo, nos sentimos mal por perder lo que nos hacía felices y buscamos de nuevo llenar ese vacío como si de droga se tratase, ahí es en donde cometemos el primer error como seres humanos en búsqueda de la felicidad.
La felicidad va y viene, y se complementa con otros estados de ánimo. Las personas erramos en querer ser felices siempre, en no querer sufrir nunca, en nunca estar tristes, enfadados, decaídos...
La verdadera felicidad no se basa en tener más bienes materiales que otros, no se basa en tener una relación sentimental idílica (la cual si no ocurre nos hace sentir frustrados y solos), no se basa tampoco en hacer sufrir a otros por nuestro propio beneficio.
La verdadera búsqueda de la felicidad debería consistir en aprender de otros estados de ánimo. Cuando nos sentimos mal, saber por qué nos sentimos mal y aprender a sobrellevar ese sentimiento, disfrutar de él (pues a cada estado de ánimo le podemos sacar una ventaja), y reflexionar sobre lo que nos hace sentir como nos sentimos.
Esa búsqueda de la felicidad pasa por aprender a disfrutar de las cosas que tenemos, de dejar de sentirnos mal por las que no tenemos. A todos nos falta algo que nos haría plenamente felices, pero a su vez no nos damos cuenta de que a nuestro alrededor hay cosas por las que debemos sentirnos felices, pues seguramente la gran mayoría de nosotros tenemos cosas o personas en nuestras vidas que nos llenan.
En base a eso, hay que aprender a no odiar nuestros sentimientos de tristeza, ira, miedo, etc. Pues son sentimientos que nos hacen humanos y nos hacen disfrutar más de la felicidad cuando la tenemos.
En la vida se nos plantearán problemas que nos harán sentirnos infelices, por lo que hay que disfrutar siempre que podamos y ser consciente de que todo en la vida es efímero, y que en esos momentos de infelicidad hay que reflexionar en que la negatividad no nos debe hacer andar por el camino equivocado.
Valoremos más todo cuanto nos es positivo, incluso en momentos de bajón. Valoremos esa felicidad cuando la tenemos y aprovechémosla para realizarnos como seres humanos. Valoremos el resto de sentimientos que tenemos cuando surjan, ya que son pilares fundamentales para no vivir siempre en un mundo utópico y nos ayudan a volver al mundo terrenal, aquél en el que los problemas existen y que requieren una mentalidad fría para ser resueltos.
Si aprendemos a no venirnos abajo cuando nos ocurren estos problemas, aprenderemos a no estar obsesionados con el querer ser felices siempre, y aprenderemos a tener una mentalidad más abierta a la hora de solucionar los problemas que nos impiden ser felices.
Por último, también debemos aprender a lidiar con nuestros propios fantasmas del pasado, debemos aprender qué nos hace sentir infelices, debemos saber cómo nos sentimos por dentro y qué recuerdos son los que nos hacen daño para sobrellevarlos y aprender a dejarlos ir, pues si no, caemos en una espiral de autocompasión y depresión que nos dificultará más ver la realidad tal y como es.
Todo aquello será lo que desemboque en una verdadera felicidad, que no sólo se basará en momentos puntuales de satisfacción personal, sino una felicidad que se basará en la aceptación de que vivimos de manera fugaz en un planeta en el que debemos solucionar nuestros problemas, tener mente fría en situaciones difíciles y en el que no todo es perfecto ni tampoco todo es un caos.
El día en el que aceptemos todo esto y miremos la vida de una forma menos cómoda y más como un reto que debemos estar dispuestos a superar día a día seremos realmente felices.